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10:36 am el 17 de Agosto del 2016

Propuesta de nueva receta médica desata pugna entre laboratorios, farmacias y Salud

La prescripción con el nombre genérico es resistida por los facultativos.

Fuente: El Mercurio

Autoridad plantea que cambios son necesarios, porque hoy con “asistir a una comida en que se les entrega un producto a los médicos, el solo efecto de recordación hace que aumente la prescripción de esa marca en 20%”.

Lipitor, Lipox o Atorvastatina son solo tres de las doce versiones de este medicamento para combatir el colesterol alto, y que da cuenta del poder de decisión que mantiene el médico al momento de escribir las recetas para sus pacientes.

La que decida colocar en sus recetas será despachada desde la farmacia donde compre el usuario, a menos que este solicite expresamente el cambio por un bioequivalente.

El problema es que la mayor parte de los medicamentos bioequivalentes corresponde a los conocidos como “genéricos de marca” o “similares”, los que han demostrado provocar el mismo efecto sobre las personas que el original, pero que son más caros (y generan más margen para los fabricantes) que aquellos que se venden solo con el nombre de la molécula que contienen -y que comúnmente se denominan como “genéricos”.

Por eso, a dos años de haber aprobado la Ley de Fármacos I, el Gobierno impulsa una nueva versión de la misma, cuyo foco será cambiar los incentivos, para que se prioricen los medicamentos más baratos.

Y para lograrlo, en el Ministerio de Salud establecieron que el punto de inflexión es modificar la forma en que se recetan los medicamentos.

Recetas Ley de Fármacos

Márketing a médicos

Así, la autoridad de salud propuso que los médicos prescriban según la “Denominación Común Internacional” (D.C.I.), que es equivalente al nombre genérico. El subsecretario de Salud Pública, Jaime Burrows, plantea que se busca romper la asimetría entre el médico y el usuario. “La utilización de una marca en la receta hace que el médico induzca la compra de un determinado producto (…) y este direccionamiento hace que la industria farmacéutica mantenga una estrategia de márketing hacia los médicos”.

Agrega: “Lo que se ha comprobado es que el hecho de asistir a una comida en que se les entrega determinado producto a los médicos, el solo efecto de recordación hace que aumente la prescripción de esa marca un 20%, sin mediar argumentación científica”.

El presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, sostiene que “discrepo profundamente de esa opinión, porque es bastante poco ético considerar que un médico se va a transformar en un recetador por el hecho de recibir una comida, un lápiz, un regalo. Eso hace ver como que los médicos tuvieran una muy baja capacidad intelectual”.

Pero, por el otro lado, los laboratorios internacionales, agrupados en la Cámara de la Innovación Farmacéutica (CIF), aseveran que en el Gobierno no se dan cuenta de que este cambio -que la receta se exprese con los nombres genéricos- dejará la decisión de compra “totalmente en manos de los vendedores de las farmacias, y que, en realidad, es en manos de los dueños de las farmacias”. El vicepresidente ejecutivo de la entidad, Jean-Jacques Duhart, indica que bajo esta lógica “si una farmacia tiene su marca propia bioequivalente, se puede omitir la prescripción del médico… Entonces, la farmacia tendrá todo el poder, pueden esperar a que lleguen las recetas para cambiarlas por sus productos”.

Esto es rechazado por fuentes de las cadenas farmacéuticas, las que afirman que la eliminación de incentivos como la “canela” hace que a los vendedores no les afecte qué fármaco expender.

Entre los médicos, las opiniones son divergentes. Enrique Paris explica que su gremio es partidario de la fórmula original del proyecto; esto es, que se pueda prescribir bajo el nombre de fantasía (como ocurre hoy), pero que se sume el nombre genérico, para permitir su intercambio.

El médico Daniel Valenzuela, quien trabaja en el sector público, cree que la lógica de prescripción pretendida por Salud generará un problema práctico: “Para los medicamentos que tienen más de un componente, como, por ejemplo, el Trioval, me voy a demorar más en hacer la receta -pues debería prescribir por Paracetamol de 500 mg, Pseudoefedrina Clorhidrato de 60 mg y Clorfenamina Maleato de 4 mg- que en atender al paciente”.

Milena Ramírez, quien también se desempeña en el sistema público, señala que allí en la práctica ya se opera bajo el modelo propuesto en el proyecto, porque se receta por el nombre genérico y se le entrega al paciente el producto que esté disponible en la farmacia del hospital o consultorio. “En las consultas privadas se da más que se recetan marcas porque algunos médicos creen que hay diferencias entre uno y otro (tipo de medicamento). Creo que lo más importante es explicarle al paciente qué se receta, si puede cambiarlo por otro y si eso se recomienda o no. Que el paciente entienda lo que va a tomar”.

Visitadores médicos e información de precios, las otras áreas a regular

El proyecto nació como una moción que buscaba regular la integración vertical entre laboratorios y farmacias, pero en su tramitación se han ido sumando otras aristas.

Por ejemplo, el Ejecutivo introdujo indicaciones para que farmacias y laboratorios deban entregar los precios de sus productos al Ministerio de Salud y al Instituto de Salud Pública y, con ello, avanzar en la creación de un “observatorio de precios de medicamentos”.

El Gobierno también espera regular eventuales conflictos de intereses entre farmacéuticas y hospitales, clínicas, universidades y profesionales de la salud. Así, si visitadores médicos quieren acceder a un recinto público de salud deberán tener un permiso de la dirección del establecimiento y quedar inscritos en un registro público en la página web del hospital. Y si un médico trabaja en investigaciones con un laboratorio deberá exponerlo al recinto donde trabaja a través de una declaración de interés. Si es independiente, deberá explicitarlo directamente al paciente.

También se pretende crear un sistema de certificación de calidad de los dispositivos médicos (aparatos, equipos e implantes que no son farmacológicos, pero se usan para prevenir o tratar enfermedades) introduciendo exigencias de seguridad y eficacia.

En tanto, en una indicación, la senadora Carolina Goic (DC) repuso la regulación de la integración vertical que en la tramitación del proyecto había quedado de lado.

 

Fuente: El Mercurio